lunes, 12 de junio de 2017

¿Por qué en caso de bomba nuclear NUNCA deberías meterte en tu coche?

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Lo primero que verías si una bomba nuclear explotara cerca sería una inmensa inundación de luz tan brillante. En el horizonte sería visible una bola de fuego anaranjada. Tomando forma de hongo, el choque ensordecedor de la explosión se abriría paso a través de la zona, arrasando con todo a su paso.
Una explosión nuclear produciría energía de unos 10 kilotones de TNT. Eso es aproximadamente el 66% de la energía liberada por cualquiera de las bombas atómicas que cayeron sobre Japón en 1945.

En la actualidad existen más de 14.900 armas nucleares en el mundo, y las bombas nucleares de clase kiloton están proliferando en los arsenales. De hecho, una detonación nuclear de 10 kilotones o menos hecha por un terrorista es uno de los 15 escenarios de desastre para los que el gobierno de Estados Unidos se ha preparado.
Aunque lo más natural es entrar en pánico tras un escenario como este, hay algo que nunca se debe hacer.
Brooke Buddemeier, físico de salud y experta en radiaciones del Lawrence Livermore National Laboratory,  asegura que nunca se debe subir a un automóvil, ni tratar de conducir, asumiendo que el vidrio y el metal de un vehículo pueden servir de protección.
En primer lugar, en caso de bomba nuclear, evitar conducir después de la explosión es una decisión inteligente porque las calles estarán probablemente llenas de conductores fuera de sí y de comportamiento impredecible, de accidentes y de escombros. Pero Buddemeier dice que hay otra razón importante para no hacerlo: un temible efecto secundario de las explosiones nucleares llamado fallout o polvillo radioactivo, en español.
Se trata de una mezcla compleja de productos de fisión, o radioisótopos, creados por la división de átomos. Muchos de los productos de fisión decaen rápidamente y emiten radiación gamma, una forma de luz invisible pero muy enérgica.
La exposición a esta radiación en grandes cantidades durante un corto período de tiempo puede dañar las células del cuerpo y su capacidad de regenerarse, una condición llamada enfermedad de radiación aguda. Además, también afecta el sistema inmunológico y su capacidad para combatir infecciones.
Sólo materiales muy densos y gruesos, como muchos metros de tierra o de plomo, pueden detener con seguridad estos polvillos.
Según explica la especialista, los vehículos modernos están hechos de vidrio y metales muy ligeros, y casi no ofrecen protección en un caso como el planteado.
Lo mejor que se puede hacer después de un desastre nuclear es refugiarse en algún tipo de “estructura robusta” tan pronto como sea posible y permanecer allí entre 12 y 24 horas.
La razón por la que se debe esperar es que los niveles de gamma y otras radiaciones disminuyen exponencialmente después de una explosión nuclear, ya que los radioisótopos “calientes” se desintegran en átomos más estables y representan menos peligro. Esto reduce lentamente la peligrosa zona de precipitación – el área donde los vientos de gran altitud han dejado caer productos de fisión.

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